15 Apr
15Apr

Cohen define subcultura delictiva como “un sistema de valores y creencias que fomenta la comisión de actos delictivos, confiere rango social a sus miembros por razón de tales hechos y especifica la clase de relaciones que han de mantenerse con las personas ajenas al mundo social de los delincuentes”, rechazando los estándares de la clase media y adoptando sus opuestos. Estos rasgos divergentes de los de la sociedad oficial, suponen la existencia de cosmovisiones o formas de entender el mundo distintas de las generales.

Para Cohen, el origen de las subculturas desviadas debe buscarse en el malestar de ciertos colectivos: jóvenes de clase baja, en situación social desesperada y con escasez de posibilidades para adquirir reconocimiento social por medios legítimos. Los jóvenes varones de clase obrera presentan un grave problema de estatus, que pueden superar formando parte de una subcultura.

Como ya dijimos, toda subcultura existe en el seno de una cultura general, con la que manifiesta similitudes y diferencias. Los jóvenes de clase obrera intentarán adaptarse a valores dominantes como el del éxito, pero con determinados déficits derivados de su posición social que no poseen los jóvenes de clase media, para quienes por un lado la familia sirve de estímulo al educarlos en valores que ella misma pone en práctica, uniendo al sentimiento del cariño familiar los valores del éxito logrado con el esfuerzo, la disciplina y el auto control. Por otro lado el resto de instituciones: las escuelas o los medios de comunicación proponen ideales de comportamiento coherentes con el marco axiológico y los sistemas de acción en que ellos se desenvuelven a diario.

A fin de salvar la contradicción el joven de clase obrera adopta una de estas tres respuestas:

1. El conformismo: a pesar de su inferioridad de condiciones, procura competir con los jóvenes de clase media aceptando sus valores y el reto que supone su situación de desventaja.

2. La acomodación: otros jóvenes, la mayoría, optan por renunciar a la lucha, aceptan el estado de cosas, pero amortiguan su frustración uniéndose a jóvenes de similares características y aprovechando las oportunidades que puedan extraer de su situación sin meterse en líos.

3. La delincuencia: finalmente existe un grupo que decide no aceptar ni pactar, directamente se enfrenta a las ambigüedades culturales adoptando pautas alternativas de acción y un marco de referencia distinto, que viene dado por otros jóvenes como él que, al enfrentarse al statu quo, generan una subcultura con rasgos de contracultura. En este sentido, la delincuencia juvenil supone una forma de protesta contra la cultura de la clase media.

Véase mas en: https://sociologiaestudios.wordpress.com/2013/02/05/albert-k-cohen/

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